Recuerdo la primera vez que me puse borracho como si hoy me estuviera dando la cruda.
Apunto yo de cumplir 18, mis ya experimentados amigos me convencieron por la buena de perder el estilo pensé "si Troya cayó, porque no he de caer yo."...y de hecho, sigo pensando que el hecho de haberme armado de valor no fue para nada una mala idea.
Lo que fue una completa gansada fue salir a carretera, de noche, lloviendo y después regresar bien pedos.
Realmente dado que era mí estrene, mi mayor preocupación era enajenarme al máximo sin perder la conciencia y llegar al vomito. Misión en la cual fracasé con muy poco orgullo.
La razón por la que escribo esta pequeña reseña, mis queridos mortales, no es para dar una “lección de vida” ni mucho menos para enseñar o educar al lector. Solo para recordarles lo frágiles que son.
Ante el menor cambio externo te alteras, eres vulnerable, cambias de humor, tropiezas, te levantas; eres mortal. En cambio a mí, me gustaría ser como tú.
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